Investigadores del Instituto Baker para la Salud Animal de la Universidad de Cornell desarrollaron una tecnología que en menos de diez minutos y con apenas una muestra de sangre puede terminar si un paciente ha sufrido un ACV.
Desde que una persona sufre un accidente cerebro-vascular (ACV) hasta que se completa el diagnóstico y comienza el tratamiento, pueden pasar desde unos minutos hasta varias horas. El tiempo que pasa es de vital importancia para controlar el daño posterior que se produce, es decir, las consecuencias que quedan en el individuo que ha sufrido el accidente.