Las TIC y la salida a la crisis en España

Sin atender a elaboradas resoluciones estadísticas o a complejos estudios de mercado es evidente que las TIC han venido rebajando sus precios en incomparables términos, duración y cuantía a lo largo de la historia.

Añadido a esto, está la extraordinaria proliferación de aplicaciones y usos de las TIC, las mejoras de productividad operadas en todas las economías han sido enormes, ya que éstas afectan simultánea y positivamente a todos los mercados y no sólo en la industria, sino también en los servicios, que en los países más avanzados representan una elevada y creciente proporción del PIB.

Por lo tanto, es obligado preguntarse que habría sido de la economía mundial si la burbuja financiera que está en la base de la actual situación no se hubiese producido.

Probablemente la deflación producida por las TIC y la producción de los países emergentes habría posibilitado un largo y sin igual ciclo de crecimiento a escala mundial, ahora interrumpido.

Si, como es de esperar, las medidas adoptadas por EE.UU. y Europa consiguen resolver la crisis financiera y la confianza regresa a los mercados, las autoridades deberían aprender de estos errores pasados para regresar cuanto antes a la ortodoxia monetaria, restituyendo las condiciones que harían posible tasas elevadas y generalizadas de crecimiento sano y sostenible de las economías basado en las nuevas tecnologías, la innovación, la libre competencia en los mercados y la gestión fiable de la economía.

No obstante, ¿cómo se aplicaría esto a una España, especialmente afectada por la crisis financiera? La crisis en nuestro país tiene ciertas particularidades, por un lado una extraordinaria dependencia exterior que se ha intensificado por el desplome de su sector inmobiliario y un uso muy ineficiente de la energía.

Todo ello genera una encrucijada que, según se aborde, derivará en esperanzas ciertas y próximas de prosperidad económica y social o, lo que sería peor, aunque no improbable, un largo tiempo de marasmo y pérdida de oportunidades.

Se mire como se mire, no existe otro remedio para la salida de la crisis que asola España, que hacer todo lo necesario, y cuanto antes, para facilitar la metamorfosis de nuestros tejidos productivos, de suerte que «el ladrillo» sea sustituido por la inversión tecnológica y la innovación, impulsando así un nuevo modelo de crecimiento basado en sustanciales y permanentes mejoras de la productividad, habilitadoras de empleos de alta cualificación y remuneración y, en consecuencia, de empresas competitivas de clase mundial capaces de equilibrar nuestra balanza comercial con exportaciones de alto contenido tecnológico.

El impulso del sector TIC debiera convertirse en el eje vertebrador de la nueva política española, que tendría que perseguir, al menos y en particular, tres ambiciosos -aunque perfectamente plausibles- objetivos: convertir nuestro país en líder mundial en redes de fibra óptica de nueva generación para muy altas velocidades, lograr un avanzado nivel de eficiencia energética sobre la base de nuestras propias innovaciones tecnológicas y capitanear la emergente industria de contenidos digitales en español.

AXPE Consulting

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